Según estándares de la industria, el papel puede ser reciclado entre cuatro y seis veces. Al reincorporarlo a la fabricación de productos nuevos se produce un mejor aprovechamiento de las plantaciones forestales.
Santiago, marzo 2014.- El poeta Jorge Manrique escribió “nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar…” Parafraseando, la industria papelera bien podría preguntarse ¿a dónde van las cientos y miles de cajas de cartón que entran con mercadería y salen vacíos de tantos supermercados, almacenes, tiendas, oficinas y fábricas? ¿Y qué pasa con los cientos de toneladas de diarios, recortes y sobrantes de papel de las innumerables imprentas, editoriales y demás empresas del país?
Hace 15 ó 20 años la respuesta era, casi siempre, el basurero, el camión recolector y el vertedero. Pero las últimas dos décadas bastaron para que nuestra sociedad viviera un importante cambio cultural, al tiempo que la industria del papel y del reciclaje experimentaran una verdadera revolución, donde los conceptos de sustentabilidad económica, ambiental y social han sido claves. Lejos de ser una moda snob y de corto plazo, los argumentos prácticos respaldan que se trata de una forma de asegurar competitividad e incrementar las utilidades.
El reciclaje se ha convertido en parte del paisaje urbano. Puntos limpios, contenedores de colores y triciclos se ven en todos los barrios. Camionetas de diversas envergaduras y antigüedades también se han sumado a la actividad, evidenciando que el negocio pareciera no ser tan mezquino. Un negocio que hasta ahora ha sido impulsado por el sector privado, pero que pronto pasará a formar parte de la institucionalidad y de las obligaciones que por ley tendrán que cumplir productores y consumidores.
Sustentabilidad y diferenciación
Actualmente, entre quienes se benefician con el mercado del reciclaje del papel están los niños y mujeres que acoge Fundación San José, entidad social privada que se opone al aborto y promueve la adopción. Con papel blanco, papel de diario, revistas y cartones viejos -casi ninguna inversión y una cobertura que ya abarca tres regiones del país-, la institución autofinancia parte significativa de sus operaciones.
Hace 16 años la fundación comenzó una campaña de recuperación de papel bajo el nombre “Bota por Mi Vida”. Según cuentan, fue pionera en el reciclaje en Chile. “Se recolectaba muy poco, la gente no tenía el hábito de separar residuos, ni entendía para qué servía”, explica Consuelo Egaña, coordinadora de Recursos, Campañas y Proyectos de Fundación San José.
El éxito de “Bota por Mi Vida” ha sido rotundo. “Ya tenemos incorporadas más de 15.000 empresas en la Región Metropolitana, más de 400 en la Región de Valparaíso y 100 en la Región de O’Higgins”, precisa la ejecutiva. El papel es entregado a una empresa especializada, la cual se encarga de toda la logística y reciclaje de los residuos.
Además, la presencia de los cubos de recogida en diversos lugares públicos ha servido para divulgar la existencia de la fundación y sus objetivos.
Otro caso paradigmático –donde el reciclaje constituye un factor esencial en su posicionamiento de marca- es Imprenta Faret S.A., empresa de la comuna de Macul dedicada a la fabricación de envases de papel para clientes de los sectores farmacéutico, cosmético e industrial.
“Nuestros clientes lo primero que preguntan a un proveedor de impresos es si su papel proviene de bosques certificados. Nosotros, por ejemplo, sólo utilizamos papeles con sello FSC, que importamos de Finlandia”, asevera Jaime Vargas, gerente de planta de la compañía.
Instalaciones que suman 12.000 m2 albergan imponentes prensas, troqueladoras, plisadoras y otras maquinarias del giro. Una de ellas, una troqueladora y cortadora integrada de alto volumen, puede procesar 9.000 pliegos por hora. “En tres minutos forma una pila de dos metros con residuos”, comenta el ejecutivo.
Cada 48 horas Faret genera un promedio de siete toneladas de desechos de impresión (papel, cartulina y cartón). Los residuos se entregan –al igual que Fundación San José- a una empresa de reciclaje, la cual destina este material para elaborar papel reciclado. Esta fase es fundamental en el compromiso ambiental de esta imprenta, el cual también es parte del trabajo de certificación de sus procesos.
Fibra reciclada
Un común denominador de estos testimonios es la interacción con un proveedor de servicios de recolección de residuos especializado en papeles. En Chile uno de los principales actores es Sociedad Recuperadora de Papel S.A. (Sorepa), firma creada por CMPC en 1979 para desarrollar el mercado de reciclaje de papeles y cartones en Chile.
Desde sus inicios la estrategia consistió en capturar la oferta de residuos basados
en fibra celulósica, de manera de generar insumos para las fábricas de CMPC. En plantas como Puente Alto, la fibra reciclada se utiliza para producir envases impresos, cartón corrugado, papel para envolver y embalaje, cajas para frutas y salmones, y cartulinas, entre otros.
en fibra celulósica, de manera de generar insumos para las fábricas de CMPC. En plantas como Puente Alto, la fibra reciclada se utiliza para producir envases impresos, cartón corrugado, papel para envolver y embalaje, cajas para frutas y salmones, y cartulinas, entre otros.
Debido al rápido crecimiento del mercado, Sorepa amplió sus operaciones a varias regiones. Además, incorporó tecnología satelital para optimizar los retiros en función de la comuna, cantidad de material y tipo de vehículo.
Observando la sinergia y buenos resultados de este diseño, CMPC replicó el modelo de negocio en otros países. “En la actualidad contamos con empresas similares en Argentina, Perú, México y Colombia”, señala Gonzalo García, secretario general de Empresas CMPC.
Según García, el año pasado CMPC consumió 739.000 toneladas de papeles reciclados, lo que implicó que un 43% de la producción total de papeles de la compañía estuvo basada en fibras recicladas. En el caso de los papeles con que se fabrican las cajas de cartón corrugado, el 84% se produjo con fibras recicladas, así como el 60% de los papeles tissue.
Otro actor que ha participado con entusiasmo en este tema ha sido Tetra Pak, cuyas cajas son elaboradas a partir de papel y cartón certificados. Han establecido convenios y activado campañas para promover la recuperación de este tipo de residuos, en orden a cumplir “la gran meta mundial de reciclar el 40% de nuestros envases al 2020”, señala Lucía Martínez, gerente de Sustentabilidad de Tetra Pak en Chile.
La ejecutiva advierte que si bien el camino está bastante avanzado en Europa y Brasil, “aún queda mucho por hacer en Chile y el resto de Latinoamérica”. En todo caso, la curva debiera incrementarse rápidamente con la inauguración del primer pulper para reciclaje de envases de Tetra Pak en Papelera Concepción. Puesta en marcha durante 2013, esta infraestructura “podrá reciclar más de 500.000.000 de envases larga vida al primer año, aumentando considerablemente la capacidad de reciclaje de este material en el país”, asegura Lucía Martínez.
Esta tecnología se suma a la ya existente en Santiago, donde la empresa Tecaplak recicla envases para fabricar planchas de aglomerado, utilizados para la elaboración de mobiliario de todo tipo, entre otros productos.
Para alargar la vida útil
El trabajo de empresas como Sorepa incluye la recuperación, clasificación, enfardado y despacho de papeles usados a las fábricas de papel, donde inician un nuevo ciclo como fibras útiles. Dependiendo de la condición del producto y del tipo de papel a fabricar, las etapas de este ciclo pueden variar.
Según estándares de la industria, el papel puede ser reciclado entre cuatro y seis
veces. “Cada vez que se efectúa este proceso, se acortan y debilitan las fibras. Por ende, se requiere introducir pulpa virgen para mantener la calidad y resistencia del papel”, explica un documento del Bureau of International Recycling.
veces. “Cada vez que se efectúa este proceso, se acortan y debilitan las fibras. Por ende, se requiere introducir pulpa virgen para mantener la calidad y resistencia del papel”, explica un documento del Bureau of International Recycling.
El ejecutivo de CMPC corrobora lo anterior, al subrayar que las fibras recicladas y las vírgenes son “complementarias” en el proceso de fabricación. Porque, agrega, “las fibras se van deteriorando con los sucesivos reciclajes y se hace necesario incorporar fibras vírgenes a la producción de papeles. De ahí la complementariedad de ambos tipos de fibras”, expone García.
“El reciclaje de papeles usados alarga su vida útil, con lo que se produce un mejor aprovechamiento de las plantaciones forestales”, observa, aludiendo a las ventajas de disminuir la presión sobre los recursos naturales.
Sin embargo, quizás uno de los beneficios más relevantes de este proceso radique en el impacto social por la inclusión que genera el proceso. A través de la valorización de los residuos, se crea una oportunidad para obtener sustento a miles de familias vulnerables. El secretario general de CMPC destaca que “la actividad de reciclaje, además de contribuir a mejorar la limpieza de las ciudades, constituye una fuente de trabajo remunerado para recolectores, que en muchos casos han formado pymes de reciclaje”.
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Paso a paso: el residuo vuelve a la vida
De acuerdo al Bureau of International Recycling (BIR), el proceso de transformación del desecho de papel en fibra útil para fabricar papel reciclado comprende las siguientes etapas:
- Clasificación: consiste en separar el papel y el cartón de acuerdo a su composición y grado de deterioro. Distintos tipos papel a veces pueden mezclarse. El cartón, en tanto, se recicla con un proceso llamado single-grade, lo que significa que no puede juntarse con otros tipos de papel.
- Enfardado: grandes volúmenes de papel se empacan con maquinaria hidráulica, capaz de aplicar fuerte presión para compactar los residuos en bloques que son más simples de transportar.
- Fraccionamiento: La fibra recuperada se tritura en trozos pequeños y se mezcla con agua para transformarla en pulpa.
- Lavado: la pulpa se lava, refina y limpia, con lo que se obtiene una pasta que pasa por procesos de separación que permiten remover contaminantes como tinta, arcilla, polvo, plásticos y metales. Barnices y recubrimientos pueden incorporarse en esta fase. El agua es continuamente extraída y descontaminada para su reutilización.
- Blanqueado: con el objetivo de aclarar el papel, la pulpa puede blanquearse con peróxido de hidrógeno o cloro.
- Prensado: La hoja de papel resultante (llamada también “malla”) es prensada entre rodillos para extraer el máximo posible de agua y para garantizar una suavidad y delgadez uniforme. La malla semi-seca se pasa nuevamente entre rodillos, pero esta vez aplicando alta temperatura para eliminar cualquier humedad remanente.
- Embobinado: El papel terminado es guardado en grandes rollos o bobinas, quedando listo para ser transformado en nuevos productos papeleros de consumo.
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REP: aportes para una mejor ley
El proyecto de ley sobre reciclaje, enviado por el Ejecutivo al Congreso a fines de 2013, se basa en el concepto de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Su objetivo es mejorar la gestión de residuos con la premisa: “el que contamina, paga”. Es decir, el fabricante será responsable del producto hasta que complete su vida útil. Para ello, la autoridad establecerá metas de recolección, valorización de los residuos y multas.
Tanto Tetra Pak como CMPC han participado activamente en grupos de análisis del proyecto de ley reciclaje. En el caso del fabricante de envases, su intervención ha sido canalizada a través de instancias gremiales o técnicas, como el Centro de Envases y Embalajes de Chile (Cenem) y el comité pro reciclaje del
empresariado.
empresariado.
“Una de las ventajas de estar presente en más de 170 países es que podemos rescatar buenas prácticas, en especial en torno a la responsabilidad compartida”, enfatiza la gerente de sustentabilidad de Tetra Pak.
“Cuando hablamos de residuos domiciliarios el municipio tiene mucho que decir, porque es quien tiene por ley la responsabilidad en la recolección de los residuos sólidos domiciliarios”, sostiene, aunque acota que también “el empresariado tiene su parte, pero en conjunto”. Finalmente, Lucía Martínez asevera que la norma tampoco puede dejar fuera a “la sociedad civil, la comunidad y los vecinos”.
“Puedes tener todas las instalaciones para reciclaje, pero si los vecinos no entregan sus reciclables, estas instalaciones son en vano. Hay que tener claro que el reciclaje no es la responsabilidad de un solo eslabón sino de todos”, recalca.
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